Del mundo rural al urbano en dos generaciones




Historia redactada por David Sánchez Pérez. 1º ESO A.

Mi padre nos ha contado en más de una ocasión la historia que voy a tratar de transmitiros, la emigración del pueblo a la ciudad que vivieron sus padres en los años 50, desde La Lapa, un pequeño pueblo de la provincia de Badajoz, hacia Zafra, casi una ciudad ya en aquellos tiempos. La Lapa (Badajoz) Zafra (Badajoz) 
 Mi abuelo era jornalero y trabajaba en el campo, pero cuando no había trabajo en la recolección, se buscaba la vida para bajar a la mina y conseguir algo de dinero para la familia. Sin embargo, esta falta de oportunidades para mejorar le ayudó lo suficiente para seguir el camino marcado por muchos de sus paisanos, que buscaban un trabajo mejor pagado y una vida mejor, con mayores oportunidades para la familia que acababa de crear junto a mi abuela. Afortunadamente ellos tuvieron suerte y no se marcharon fuera del país como algunos de sus familiares que acabaron en Alemania o en Francia. Los abuelos de novios Cuando se trasladaron a Zafra, mantenían la típica vida de aquella época, en la que mi abuelo trabajaba durante larguísimas jornadas y mi abuela se dedicaba a cuidar de los hijos, además de realizar las tareas domésticas, llamadas por aquel entonces “sus labores”. Con el paso del tiempo consiguieron comprar una casa y tener una vida mejor que la que dejaron atrás, aunque eso sí, lejos de la familia. Fue entonces cuando nacieron mis tíos y mi padre, cinco hijos en total, creando una familia numerosa, como tantas otras en aquellos tiempos. 



 Mi padre y sus hermanos, el día de la boda de mi tía Puri, la mayor. Aún no estaba la pequeña.


 Mi padre, con unos meses.

 Mantener una familia así implicaba que mi abuelo tuviera hasta dos trabajos a la vez, pues aunque trabajaba en una fábrica y en un taller, los salarios eran bajos, sobre todo cuando comparaba sus ganancias con las que obtenían las personas con carrera universitaria, como aquellos ingenieros que él conocía. Esto sirvió a mis abuelos para que se plantearan que sus hijos tendrían que llevar una vida mejor, para lo que tenían que estudiar Bachillerato y, si valían, alguna carrera universitaria. Su deseo era que debían estudiar para ser “hombres de provecho”. Pero estaba claro que en Zafra las oportunidades para estudiar se reducían al Bachillerato y por aquél entonces no garantizaba un puesto de trabajo bien pagado. Por ello se hacía preciso continuar con esa tradición que tan bien conocen los extremeños y andaluces, la emigración, como la que emprendió mi padre cuyo fin era estudiar en la universidad. Con ese objetivo, en 1985 mi padre comienza sus estudios universitarios en la ciudad de Cáceres, donde cambió su vida para siempre. Alejado de su familia y de sus amigos tuvo que emprender la dura tarea de comenzar una nueva vida, en un entorno desconocido, aunque pronto consiguió hacer nuevas amistades y vivir su época dorada de estudiante.

 Mi padre en un viaje de estudios, ya en la universidad. 

Tras acabar sus estudios universitarios comenzó a trabajar y conoció a mi madre, con la que formó a su propia familia, la mía. Vivimos en Cáceres, esta maravillosa ciudad, y parece que mis padres ya no quieren irse de aquí, aunque siempre queda ese recuerdo de los pueblos de origen, de las mañanas tranquilas que disfrutamos algún fin de semana en el pueblo. Por ahora parece que la tradición familiar de emigrar en busca de una vida mejor se ha detenido en el tiempo, ya que mis padres tienen el trabajo aquí y Cáceres tiene muchos servicios y oportunidades para nosotros. Sin embargo, pese a aprovechar las ventajas que tenemos, según cuenta mi padre, lo más probable es que acabemos buscando nuestra propia vida lejos de aquí, donde tengamos mejores oportunidades para aprender y, sobre todo, de trabajo. Con ello, es posible que la tradición familiar continúe, dejando Cáceres por otro lugar, pero esa es una historia que aún tenemos que escribir.

Desde Casas del Monte hasta La Habana, Cuba, en la década de 1920.


Florentino García aproximadamente en el año 1925


Trabajo realizado por Lucía García García de 1º de ESO A, curso 2015-16

Esta es la historia de Florentino García que nació , aproximadamente, por el año 1893.
Mi tatarabuelo Florentino vivía en un pueblo del Valle del Ambroz, Casas del Monte. Allí se caso con mi tatarabuela Trinidad, antes de que él se fuera a Cuba, mi abuela tuvo a mi bisabuelo Juan , padre de mi abuelo materno.

Documento de identificación de Florentino expedido en la Habana, Cuba, en 1925



Embarcó en Cartagena, Murcia. El viaje duró aproximadamente un mes y medio.
Cuando llego a Cuba su primer trabajo fue cortar cañas de azúcar.

Este fue el mechero que le dieron a Florentino para quemar las cañas de azúcar, antes de recolectarlas.

Cuando ya estaba asentando allí  encontró un puesto de trabajo como guardián nocturno en una construcción de un hotel.Lo único que le dieron fue un silbato y un cuchillo: el silbato se lo entregaron para avisar a la policía más  cercana en una situación violenta y el cuchillo para defenderse.

Silbato para avisar en caso de necesidad a la policía

En aquella ciudad cubana había más gente de su  pueblo y todos los domingo se reunían en un bar para jugar a las cartas.

Carta de Florentino a su mujer y a su hijo Juan desde La Habana, Cuba

Pasado un año volvió a España.
Se trajo como recuerdo el silbato, el cuchillo y algunas postales.
Su propósito al ir allí era conseguir dinero, pero al ser tan mala época, gastó mucho del dinero ahorrado en la compra del billete de vuelta, por lo que no  no trajo mucho dinero.
A mi abuelo, su hijo Juan,  le contaba que la vida allí era muy dura.

Mi abuelo Dimas trabajó en Lucerna, Suiza.




Dimas bajando del avión
Trabajo realizado por Jara Muvilla Campos, 1º ESO A, Curso 2015-16

Mi abuelo, Dimas Muvilla Sánchez, trabajaba en el campo, en mi pueblo Santibáñez el Alto, en Sierra de Gata, Cáceres.
En 1970, con 19 años,  aburrido de trabajar en el campo y con ganas de salir del pueblo, él y un amigo suyo decidieron marcharse a trabajar a otro país. Entonces, fueron a Cáceres a solicitar un trabajo y dado que no tenían estudios superiores, aceptaron un trabajo de camarero en un hotel de Lucerna, Suiza.
Código de conducta a seguir por los trabajadores extranjeros. Un documento muy interesante

Carnet de trabajador

Mi abuelo y su amigo fueron a Cáceres y cogieron un autobús hasta Madrid. Luego un tren desde Madrid hasta Barcelona, otro tren desde Barcelona hasta Ginebra y un último tren desde Ginebra hasta Lucerna. En algunas visitas que realizó a España, regresó a Suiza en avión.

Tarjetas postales de Lucerna, a los pies de los montes Pilatus y Rigi en los Alpes suizos.

Vista de lago de Los Cuatro Cantones emblema de la ciudad de Lucerna

Hotel de Lucerna donde trabajó Dimas

En España, mi abuelo dejó a toda su familia: padres, hermanos, amigos, primos, tíos…
Al llegar, empezó fregando platos, puesto que no sabía nada de suizo; poco después, cuando aprendió algo de este idioma, fue botones; y, al final, cuando dominaba algo de suizo, le contrataron de camarero.

Dimas al pie de lago de Los Cuatro Cantones (Vierwaldstättersee) en Lucerna.


En 1975, con 24 años regresó a España. Se fue a vivir a Cáceres para formar su familia y seguir trabajando de camarero.

Actualmente, mi abuelo vive con mi abuela y son muy felices, y a sus nietos les cuenta sus experiencias en Suiza.



Jara Muvilla Campos.

Kika llegó a Alemania de niña y todo se le hacía enorme...

Kika y su hermano Pedro, recién llegados a Alemania
Trabajo realizado por Aitor Polo Holgado, 1º ESO A, curso 2015-16

Malos tiempos corrían en los años 60 para la familia de Kika, afincados en Torremocha.
Luis Polo Borrego (natural de Torremocha) nació el 20 de julio de 1951. Kika, su hija,  todavía se emociona, cuando recuerda el día en el que tuvo que acompañar a su padre a la estación para decirle adiós por un tiempo.
Luis al llegar a Alemania se reunió con sus hermanos y primos que le ayudaron a encontrar  rápidamente un trabajo como recolector de basura, a los pocos meses dejó este empleo y buscó otro oficio: herrero.
Al poco tiempo la madre de Kika marchó con su marido a Alemania, dejando a sus tres hijos en el pueblo: Kika, Teresa, y Pedro el más pequeño. La marcha de la madre fue muy dolorosa, y las promesas de un pronto reencuentro no pudieron evitar los sollozos de los niños, ni de la madre. 

En Alemania el matrimonio alquiló una habitación. Ella encontró un trabajo en una fábrica de cajas, y cuando ahorraron el suficiente dinero, pudieron volver a España de vacaciones y a la vuelta se llevaron a sus hijos consigo, que hasta entonces habían quedado al cuidado de la abuela.
Kika durante sus años de juventud en Alemania
Cuando Kika llego a Alemania se le hacía enorme todo, salvo su casa que solo contaba con una habitación, que utilizaban para todo, y un baño compartido. Allí  se hicieron grandes amigos de una familia valenciana en su misma situación.
Kika con sus compañeras en el trabajo
Su hermana empezó a trabajar en un hotel en el que, pocos años después, ella también empezaría a trabajar.
Con el tiempo decidió dejarlo para empezar a trabajar en Nova Lux una fábrica de lámparas, allí hizo amigas y asistía a las fiestas que celebraba la empresa.
Kika recuerda que en los ratos de ocio se reunían en un bar llamado Antonio Machado y en la Casa de España, ambos regentados por españoles, donde conoció a su actual marido Enrique. 
Se casaron en una iglesia española en Alemania en 1963. Kika se quedó embarazada y decidió tener su hijo en España.


Kika y Enrique de novios durante unos carnavales

Kika y Enrique el día de su boda en Alemania

Actualmente viven en un pueblo llamado Valdesalor. Son mis vecinos.


Kika y sus hijos en Valdesalor




Mis abuelos marcharon a Alemania en 1959

Trabajo realizado por Beatriz Carrera Rodrigo, 1º ESO D, Curso 2015-16
Soy Beatriz, y  voy a contar la historia de mi abuela: Carmen Gil Rodrigo.
Dada la situación económica que había en el pueblo donde vivía y también la situación económica de la familia, tuvo que emigrar recién casada junto a mi abuelo. Esto ocurrió por el año 1959. Su familia se dedicaba a las labores del campo, tanto ganadería como agricultura.

Cuando llegó a Alemania, que fue la tierra de destino para la emigración, comenzó a trabajar en un matadero.
Los estudios que tenía y tiene son básicos, ya que no estudió carrera, y a los dieciséis años tuvo que dejar la escuela. Siempre le había encantado ir al colegio pero en esa época era frecuente tener que dejar los estudios para ponerse a trabajar y ayudar a la familia.
A lo que se dedicaba cuando era más pequeña era, más que nada, a coser. A esto se dedicaban su madre y sus tres hermanas. La razón de ello es que, como no había trabajo, tenía que dedicarse a algo ya que tenían que comer y obviamente necesitaba cosas en su día a día.
          Cuando ella emigró, casi todo nuestro pueblo, Torrequemada, también emigró.

Decidieron irse a Alemania porque era donde más trabajo había y también porque estaba bien remunerado.
Llegado el día, se desplazaron en avión. Cuando llegaron todo les fue muy bien, pero a lo que tardaron a acostumbrarse, como es normal, es a la lengua alemana. Pero de todas formas, fue muy bien la emigración porque estaban a gusto y ganaban dinero (que era lo importante). Estuvieron viviendo en un pueblo de Frankfurt, que no estaba muy lejos de donde ellos iban a trabajar.

Mi abuela se integró muy bien en la vida de su nuevo destino, sobre todo porque  por lo menos estaba junto con mi abuelo. Se comunicaba con sus hijos y su madre muy a menudo mediante cartas, normalmente todas las semanas.      

Y finalmente cuando acabó la crisis en España, y supieron que iban a tener aquí trabajo, regresaron a su casa, con su familia y sus dos hijos.

Una vez aquí comenzaron a trabajar hasta la jubilación.

Mi abuela cuenta en la actualidad con ochenta y dos años.

Mi abuelo Antonio Pavón



 Trabajo realizado por Alma Fraidías Pavón, 1º ESO C, Curso 2015-16.
Mi abuelo era un padre de familia con cuatro hijos. Tanto él como sus padres se dedicaban desde siempre el campo. Es lo que hacía antes de irse a Alemania: trabajaba en el campo segando, cuidando el ganado... Mi abuelo no llegó a estudiar nada y se marchó con un grupo de amigos del pueblo que estaban en su misma situación. Su día a día en el pueblo consistía en lo siguiente: se levantaba a las ocho de la mañana, se pasaba todo el día en el campo realizando su trabajo y,  por último, dormía donde trabajaba. Así todos los días sin descansar sábado ni domingo. Cada quincena iba al pueblo a por comida. Dos amigos del pueblo le comentaron lo de Alemania y como ganaba mucho más y le daban sus derechos, decidió irse para una vida mejor.
Empezó su viaje el 16 de Marzo de 1965 en tren, saliendo de Cáceres a Madrid, de Madrid a Francia y de Francia a Alemania, llegando el 18. El 19 de Marzo ya empezó a trabajar, ya que iba con un contrato desde Cáceres. Este trabajo consistía en llevar el material de costura a las mujeres de la fábrica. Después de este trabajo se fue a un mercado de ganado en el cual limpiaba las calles con una máquina. En este trabajo estuvo hasta que se jubiló en 1997. Trabajaba de 6:00 a 15:00. Luego descansaba escuchando la radio. El trato de los ciudadanos de Alemania era bueno, nunca se sintió excluido. Al principio le costó adaptarse a aquella vida, pero poco a poco, se acostumbró. Se alojó en una residencia en la que vivían cuatro personas. Mantenía el contacto con la familia mediante cartas y una llamada al mes. Visitaba a sus familiares una vez al año y solía ser del 23 de Diciembre hasta el 15 de Enero. Mi abuelo se vino definitivamente en el año 1998 a España. Vive con mi abuela en el pueblo. Mi relación con él es muy buena. Yo nací cuatro años después de que llegara a España. Ahora él está disfrutando mucho de sus nietos y bisnietos, ya que nunca pudo disfrutar la infancia de sus hijos. Aprendió algo de aquel idioma y actualmente suele hablar de Alemania ya que allí se quedó un hermano suyo a vivir.







La emigración de Juan Bermejo Bermejo y Catalina Pavón Castro



Trabajo realizado por Pedro Márquez Pavón, 1º ESO C, Curso 2015-16.  











 
Juan vivía en Torreorgaz y Catalina en Valdesalor, sus familias se dedicaban a la agricultura. Se casaron en Valdesalor en 1968 y decidieron vivir allí. Al ver que no había trabajo en Valdesalor, emigraron a Alemania a un pueblo llamado Pinnenberg. Antes de realizar el viaje ya tenían sus contratos de trabajos hechos. Fueron en una expedición con 50 personas españolas, su viaje fue en un tren y tardaron 3 días. En Alemania Juan trabajó en un panchule que en España es un vivero y Catalina trabajó en una fábrica de costura. Durante la estancia en Alemania se sentían excluidos de la sociedad y  sentían que no estaban al mismo nivel que el resto de la población. 

Al estar allí, al principio tenían que convivir con gente alemana y para ellos fueron momentos difíciles, en gran parte a causa del idioma, ya que ninguno de los dos tenía estudios, porque trabajaban en el campo. Y una manera de sofocar los malos momentos era convivir con otros españoles y era mucha la gente española que vivía allí en esos momentos. Gracias a que llevaban los contratos hechos desde España para ellos fue mejor la seguridad social, porque otras personas que no llevaban los papeles eran peor atendidos. Tienen tres hijas y dos de ellas nacieron en Alemania. Las cartas al mes fueron muy importantes para ellos, pues eran el único medio de comunicación con la familia que seguía en España.

Mi primo Borja



Trabajo realizado por Pablo Lázaro Cabezas, 1º ESO C. Curso 2015-16.

Para  mí hay una persona muy importante, pero a la  que no suelo ver con frecuencia; me apena que en muchas ocasiones no pueda estar a mi lado. Él se llama Borja y es mi primo, vive en Zurich, que es una ciudad de Suiza. Vive junto a su primo, en un pequeño piso de alquiler, junto a otro compañero que es de origen italiano que se llama Giovanni, pero sabe hablar muy bien español. Hablamos muchas veces a través del Skype, y es muy divertido, me cuenta muchas cosas que hacen allí, como por ejemplo, cuando van a hacer snowboard o a patinar por las calles de la ciudad; mi primo va a todos los lados con el patín. Su última aventura ha sido cuando, hace unos meses, fue a Tailandia y le dieron a probar platos de comida muy extraños, como... ¡Un pincho de saltamontes! Yo al principio no me lo creía, pero me enseñó fotos.

En Zurich él trabajaba de camarero, me decía que conoció allí a muchas personas diferentes, de muchos lugares del mundo, ya que llegaban muchos turistas.
Actualmente, con el dinero que ganó, está visitando diferentes lugares y países del mundo, normalmente viaja en avión o en tren pero también viaja en barco, aunque menos, ya que se marea.

Me ha alegrado mucho que estas Navidades haya podido pasarlas conmigo y haya podido contarme en persona todas sus aventuras. También hemos visto la película de Oliver Twist, y la vimos en inglés con los subtítulos en español. Otro día fuimos al cine y a patinar sobre hielo y jugamos durante seis horas al Monopoly. Ahora él ya está en Zurich de nuevo y espero que vuelva pronto, con más historias para contarme.