Este texto está tomado del libro Las migraciones internaciones. Crónicas del S.XX.Elda González Martínez, Asunción Merino Hernando. CSIF, Madrid, 2006, pag.102-104.
"Alemania comenzó a reclutar trabajadores del exterior a mediados de los años 50. hasta mediados de los 60, la demanda laboral se vería cubierta con los compatriotas que retornaban: prisioneros de guerra, refugiados de la Europa Central y emigrantes de la Alemania Oriental. No fue por escasez de mano de obra por lo que se reclutaron trabajadores sino para cubrir de modo flexible la demanda puntual de ciertas empresas, en algunas regiones."(...)
"Los permisos de residencia y trabajo tenían un año de duración y se vinculaban a un empleo y una región determinados. Al igual que había ocurrido a finales del siglo XIX , la visión del inmigrante que impulsaba la importación de estos trabajadores era la temporalidad de su presencia y su papel de fuerza de trabajo que se adaptara más fácilmente a las demandas del mercado: se esperaba que ocupasen lo empleos que los alemanes no cubrían, que ahorrasen lo suficiente para retornar pronto a su país. Si Alemania necesitaba de nuevo mano de obra la reclutaría más adelante, como así ocurrió en la década de los 60"(...)
"En la Alemania de los años 60, no había mano de obra disponible y la industria y el sector de la construcción la demandaban. Ahora sí que el país había alcanzado el pleno empleo y, tras la creación del Muro de Berlín en 1961, ya no podía contar con los alemanes de la parte oriental. De este modo volvió a surgir la necesidad de reclutar mano de obra del exterior. Se firmaron acuerdos bilaterales con España, Grecia (en 1960), Turquía (1961), Marruecos (1963),Portugal(1964) y Túnez(1965). Después de un paréntesis de recesión económica, entre 1966 y 1967, la demanda laboral llevó a importarlos esta vez de Yugoslavia (en 1968). Venían para ocuparse en las industrias expansivas del automóvil y de la metalurgia, en empleos de menor calificación y menos atractivos para los alemanes". "Hay que añadir que estos acuerdos beneficiaban no sólo a la economía alemana, sino también a los países emisores, y de hecho algunos de ellos intervinieron para incrementar la cuota de inmigrantes o para ser incluidos en estos programas.
El gobierno alemán controlaba su entrada y asentamiento, en general concedía permisos por un año por un cierto empleo y localidad; su renovación quedaba a discreción del Estado.A medida que aumentaba la flexibilidad de las condiciones del mercado fueron ampliando los plazos de residencia y ya en 1964 los límites temporales se abandonaron; en la medida en que se ocupaban en los trabajos menos atractivos para los alemanes, a los empleadores les interesaba mantener a los obreros con experiencia".
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